domingo, 3 de diciembre de 2006

ENTRE CANCIONES Y SEDUCCIONES





Algunas veces la vida te otorga la oportunidad de recordar que en el mundo siempre hay gente interesante por conocer. Anoche, la juerga típica del fin de semana convocó a personajes muy cercanos a mí y a quienes no veía por largo tiempo.

Luego de varios meses de ausencia en Estados Unidos, mi prima M, compinche, cómplice y compañera de movidas, bailadas y alcoholizadas estaba nuevamente en casa y con motivo a su presencia, ella junto con otro de mis primos C con su enamorada y Yo empezamos nuestro recorrido nocturno por los puntos de la movida de Lima.

Pasamos por la disco de costumbre, la cual ya se ha transformado en mi punto de referencia obligado de la noche. La música, muy buena como siempre, contribuyó a que los asistentes pudieran disfrutar moviendo los cuerpos y continuar estimulándolo con el elixir alcohólico. Luego de algunas horas y a propuesta de mis compañeros de juerga, salimos de la disco, subimos al auto y conduje hasta un bar karaoke de conocida reputación en Lima.

Lo cierto es que cuando llegué, pensé que la noche se transformaba de una movida excelente a un aburrimiento sepulcral donde el sueño y el bostezo serian los personajes reinantes, pero, como sucede a veces, los hechos no me darían la razón.

Una mirada profunda, unos lentes de corte intelectual, una pinta que combinaba un baterista de banda de rock light y un escritor de tramas urbanas aparecían en medio de la noche. Inmediatamente esa especie de conexión tan curiosa que se genera a través de las retinas se dio inicio. A nadie le es ajena esta situación. Este nuevo e inesperado personaje que dirigía su mirada hacia mí, se transformaba en el blanco de mi atención para la noche.

Siempre he pensado que una mirada directa y firme puede expresar mas cosas que cien palabras. Y bueno, las miradas llegaron y se dieron. Jamás antes había tenido la firme decisión de corresponder ese tipo de actos y por ello esta vez, no fui yo quien retiro la puesta fija en los ojos del otro.

Definitivamente a veces las hormonas, el cuerpo, la energía interna o como quiera que se llamen salen a flote, te impulsan, te conducen, te invaden misteriosamente. Y bueno, el personaje en comentario me llamó la atención.

Debido al rubro del local, era necesario afinar la voz para no hacer el ridículo cuando me tocase ser el intérprete obligado de la noche. Si bien es cierto años atrás participé en algún grupo de seudos cantantes, los años no pasan en vano y la práctica muchas veces se pierde con el tiempo. Lo único que me quedó fue hacer el máximo y mejor esfuerzo para que mi desastre musical pase en algo inadvertido. No recuerdo cuantas y cuales fueron las piezas que me tocó entonar, pero al menos no tengo registro en mi mente de que me hubiesen expulsado del lugar o que mi rostro hubiese sido “acariciado” por algún instrumento contundente.

Y como en todo juego siempre deben participar todos los jugadores, llegó el momento en que mi personaje de atención debía entonar la pieza de su elección y con ello una nueva sorpresa para mí. Su canción, la que él había elegido, resultó siendo “mi canción”: Your Song de Elton John. Frente a mí tenía a un interesante personaje que aparte de tener pinta de baterista y escritor había terminado siendo un destacado artista del escenario a quien le gustaban canciones que yo también prefería, lo cual evidentemente llamó mucho más mi atención.

Cruzamos contacto en un par de oportunidades cuando nos acercabamos a la barra y estoy plenamente convencido que de ambos fluía la intención de un: hola, ¿cómo te llamas?, pero bueno, ya que en estas materias no soy especialista y aún conservo algunos ingredientes mojigatos en mi menú mental, no fui yo quien inició tal comunicación. ¿Qué se puede hacer?, Soy así…

Ya extinta la madrugada, el karaoke anunció sus últimos minutos de atención y con ello las posibilidades de un mayor contacto con el personaje también se agotaban.
Pero como todo el la vida sucede por algo, cuando las cervezas, los piscos sours y la hora ya estaban haciendo mella en mi, un apretón en mi brazo derecho me despertó del letargo. Ya podrán saber de quien se trataba.

Es cierto, las miradas directas y profundas son la mejor forma de conectarse inicialmente con alguien, sobre todo cuando proceden de ambos partícipes. El contacto directo se dio y con él un acuerdo tácito de volvernos a encontrar en otra oportunidad, en el mismo lugar, a la misma hora y con las mismas miradas, pero esta vez, en la misma mesa.

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